martes, 3 de agosto de 2010

La teoría de la evolución de las especies

La teoría de la evolución de las especies que Darwin elaboró, sobre la selección natural de las espacies, se convirtió en un impacto polémico que hace más de 140 años sacudió a creencias religiosas y planteó una nueva escala entre la ética y la naturaleza. Esta selección natural fomenta la adaptación de los organismos cuando es necesario para la supervivencia, pero todo parte desde el origen de las especies.

Esta nueva perspectiva de ver la naturaleza no es una idea que Darwin la haya sacado a la luz por primera vez, sino que él, influenciado por otros que ya habían hablado sobre esto, no hace más que perfeccionar estas ideas y lanzarlas a la aprobación científica, las cuales al comienzo no fueron aceptadas. Esta idea de la evolución no se trata de una de un cambio de forma en las especies, sino de una adaptación de los seres vivientes al medio cambiante de manera que garantice la supervivencia(1).

Característica principal de esto es la adaptación de los seres al cambio de ambiente, o cambio del tiempo que proporciona la vida. Para esto las especies deben subsistir a tres condiciones: obtener alimento, sobrevivir a sus enemigos números suficientes y reproducirse. Si no se adecuan a estas tres condiciones de la vida, entonces hay riesgo que las especies empiecen a extinguirse. Esto no es una novedad ni una suposición, porque ya se ha dado con el cataclismo de los dinosaurios y muchas otras especies, las cuales, haciendo comparaciones con la actualidad, hoy solo hay en el universo la cuarta parte de las que hubieron antes del cataclismo.

Muchos animales tuvieron la suerte de sobrevivir y adaptarse a las nuevas condiciones del tiempo, especialmente a los cambios de clima, a la temperatura, a la falta de alimento. Algunos de ellos, por sus condiciones físicas pudieron alcanzar las hojas de los árboles más altos y seguir viviendo, mientras que los demás, por necesidad de alimento y porque su estado físico no le ayudaba simplemente desaparecieron. "Es el caso de las jirafas que por tener el cuello alargado tuvieron la suerte de alcanzar el alimento que proporcionaban los árboles por medio se sus hojas. También otras especies tuvieron que adaptarse al nuevo ciclo de vida, por el cual, aparte de la adaptación sufrieron severos cambios, como el caso del delfín que inició su vida como cuadrúpedo, pero con el paso del tiempo sus patas delanteras se convirtieron en aletas. Asimismo, la vaca que se metió al mar y con el transcurso del tiempo toma una forma muy parecida a la de un pez, siendo sus descendientes el delfín y la ballena"(2).

Es la vida misma quien ha ido haciendo cambios, la cual ha sido producto de una selección de las especies, para que se adecuen a un nuevo ambiente evolutivo. La realidad es que "hay curiosas señales sobre este proceso evolutivo, el cangrejo Heike es un ejemplo clave de esto, aunque parezca asombroso; pero lo cierto es que tuvo cambios en sus dorsos"(3).

Antes de esto, lo que se enseñaba a la gente era la idea de una creación sobrenatural, basándose en el fundamento de la Biblia, que afirma una creación de la nada. Por eso la idea de evolución trajo graves consecuencias para Darwin, porque fue rechazado por la Iglesia y condenado como hereje, pero después esta teoría fue aceptada.
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(1) Tomás Unger. “El legado de Darwin”. En El comercio. Domingo 24/IX/2000, cuerpo, p. 1.
(2) Ibíd.
(3) Carl Sagan. Cosmos, Barcelona 2000: Planeta. Pp. 24-27.

Los comentarios de Pablo Pérez a las obras de Judith Butler

Comentando “El género en disputa”, este comentarista empieza diciendo que uno de los objetivos claves de Butler era “desarrollar una crítica del esencialismo clásico acerca de la cuestión del género” . Pero que no se hubiera llegado a mayores conclusiones si no se hubiera tenido en cuenta aquella afirmación de Simone de Beauvoir de que no se nace mujer sino que se llega a serlo. Como vemos, es la perspectiva según la cual, la identidad masculina o femenina es la consecuencia de una influencia sociológica. Según esa concepción sociológica se puede decir que el varón para que sea varón tiene que aprender a ser varón y la mujer para llegar a ser mujer debe también aprender a ser mujer. La identidad de género en las personas, por tanto, es resultado de un largo proceso de aprendizaje y no es sólo la afirmación genética de la masculinidad o de la feminidad.

Hay que tener en cuenta también, que, según el comentarista de la obra de Butler, “la crítica parte de una reconsideración de ascendentes derridianos sobre la oposición entre naturaleza y cultura, y rechaza frontalmente su habitual transposición al sexo¬ ∕ género” . El sexo no es visto ya como una materialidad pasiva, sino que es cuestionado desde los patrones culturales, desde una superficie sobre la cual actúa la cultura. Desde ese punto de vista, “el sexo podría no cumplir las condiciones de una facticidad anatómica prediscursiva” . Así, lo que trata de problematizar Butler es la autonomía del sexo respecto al género. Y se da realce de ese modo la influencia de los patrones culturales en la construcción de la identidad propia de cada individuo. Además, el efecto de una aproximación del tema de género “se produce mediante la estilización del cuerpo” . De esa forma, todos los gestos, movimientos o estilos corporales constituyen el yo propio de cada individuo, que los expresan mediante signos corpóreos “y otros medios discursivos” .

Sin embargo, hay que tener en cuenta que esos aspectos discursivos son los medios que muestran el proceso de fijación de las disposiciones sexuales. Pues las influencias culturales lingüísticas o narrativas juegan un papel central en la configuración de identidades, no sólo al fijar los diversos tabúes culturales, sino también por excluir aquellas posibles construcciones que entren en conflicto con la norma dominante. De esa manera, la crítica de Butler resalta las disposiciones sexuales configuradas desde los patrones culturales, y, descarta de ese modo aquellos pensamientos que veían dichas disposiciones como fundacionales, originarias o desprovistas de una historia. Sin embargo, insiste en que esas “disposiciones son rasgos de una historia de prohibiciones sexuales impuestas” .

Al heredar la retórica de prohibición, con la nueva comprensión de las disposiciones sexuales se da paso a la liberación, debido a que se oculta el papel de la norma cultural, impidiendo de ese modo la influencia de las estructuras de la inteligibilidad cultural. Además, la “ley del discurso” determina las disposiciones, prácticas o deseos de las personas que podrán ser pensados. De ese modo cobra importancia aquí, la teoría de la performatividad, aquella que “se ocupa de los modos de producción de sujetos, de su construcción, siempre desde el origen en el interior de la cultura y de sus estructuras normativas” .

El segundo paso de la crítica de Butler se encuentra en “Cuerpos que importan”. En este caso se debe notar que las estructuras aquí interrogadas no son las típicamente culturales, como las perspectivas de género en el pensamiento feminista (constructivista), pues para esta corriente, el sexo es el referente natural de las estructuras genéricas, fundamento necesario en cualquier perspectiva del género. Aquí el interés principal es por la historia y la estructura del referente que se pretendía fuera de los condicionamientos culturales.

Pero esta visión que trae como consecuencia la ruptura con la prohibición, en lo que se refiere a la apertura del sexo, está aún por determinar. “Comienzan apenas a explorarse las consecuencias de esta reinterpretación del sexo como dispositivo cultural, histórico y contingente” . Juegan un papel importante aquí, las relaciones entre lenguaje y materia, que se presentan como una interdependencia que los convierte en inteligibles cuando son pensados por separado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que significar algo mediante el lenguaje, ya se trate del cuerpo, del deseo, de la materia, etc., plantea una serie de aporías. Pues de todas maneras, el lenguaje resulta ser insuficiente para representar eficazmente la alteridad radical, aunque “toda realidad significada” está íntimamente comprometida con las estructuras lingüísticas.

El artículo resalta además, la exploración el proceso de construcción de la idea de materia y de comprender algunos de los problemas que se derivan de conjugar las limitaciones del discurso para dar cuenta de la materia como una exterioridad absoluta, trascendente al medio discursivo. Y, hay que tener en cuenta aquí, que, todo significante “posibilita y condiciona nuestra actual forma de comprender la materialidad y, a partir de ahí, nuestros cuerpos y nuestros sexos” . Así, la idea de mujer o de feminidad se ve involucrada en aquellos procesos, cuyos imperativos culturales rigen su producción. En ese sentido, la corporalidad no es lugar incuestionable de lo dado, sino el efecto de ciertas formas de ejercicio del poder. Y, concluyendo este punto, el autor del artículo subraya que, mientras “El género en disputa hacía tan necesaria la idea de proliferación de identidades, capaces de contrarrestar la exclusión tanto como de desestabilizar los mecanismos de regulación del género; en Cuerpos que importan, la proliferación se plantea como retorno desde las fronteras de la legitimidad, pero un retorno que no busca el reconocimiento en el seno de las estructuras normativas del sexo, sino la rearticulación general de las mismas” .

La siguiente obra de Butler que comenta el articulista es “La dominación masculina”. Ahí se opone a “la constancia transhistórica de la dominación masculina” . Pero aquí resalta también que los sexos no son meros roles que puedan interpretarse a capricho, pues están inscritos en los cuerpos y en un universo de donde sacan su fuerza. Además asevera que se tiene una concepción fallida sobre la performatividad de género, puesto que se cree que el género es una simple opción o construcción que uno se pone como si se pusiera la ropa por la mañana. Pero el tema de género no es como ir por las mañanas al ropero y elegir qué ropa me pongo para el día. La performatividad de género no es elegir cada mañana qué género voy a tener durante el día.

Desde eses acotaciones, se puede entender que, “sería un error asociar constructivismos con la libertad del sujeto para formar la sexualidad como le apetezca” . Además, una construcción no es lo mismo que un artificio. El constructivismo tiene que tener en cuenta el terreno de las restricciones, sin las cuales cierto ser vivo deseante no podría abrirse camino. Además, las restricciones no fijan el límite a la performatividad, “la restricción es, antes bien, aquello que impulsa performatividad” .

En el último punto, el comentarista de las obras de Butler, se propone “explicar cómo puede convertirse este paradójico impulso restrictivo en la condición misma de posibilidad de creación de un espacio de resistencia a través de anomalías que amenazan el éxito normalizado de cualquier repetición preformativa” . Aquí el comentarista toma a la “Excitable Speech”, donde se centra “la atención en el papel de determinadas variantes discursivas en los procesos de construcción de los adyecto tanto como en las políticas identitarias posibles desde las posiciones subordinadas” . Se introduce, por tanto, una temática nueva, al considerar los efectos subordinantes del discurso en términos de “heridas de identidad”. En ese sentido, según el texto de Excitable Speech, “la noción de que el discurso hiere parece descansar en esta inseparable e incongruente relación entre cuerpo y discurso, pero también, consecuentemente, entre el discurso y sus efectos”.

La Excitable Speech, según el comentarista “defiende la necesidad de reconstruir las identidades comprometidas con los dictados del hate speech desde las mismas posiciones subordinadas en que se constituye la agencia de determinados sujetos” . Con esto, Butler no se propone ninguna resolución definitiva de las relaciones entre materia y lenguaje, o entre cuerpo y discursividad, sino más bien “su propio discurso se asienta sobre la inestabilidad del lazo que une ambas categorías, fundamentalmente, de la indecibilidad de la cuestión acerca de qué termino habría que preceder, explicar o contener al otro".

Realidad familiar hoy

La realidad de la familia en el mundo de hoy se ve profundamente afectada por los cambios socioculturales que se han producido en los últimos siglos y de manera especial en los últimos decenios. Los fenómenos de la globalización e industrialización han influido mucho en la familia. El trabajo hace que la familia pase más tiempo en su centro de labores que con su propia familia. Los núcleos de producción han dispersado el grupo familiar. Y si antes el que se ausentaba para traer los medios económicos para la casa era el varón, hoy, “la incorporación de la mujer al trabajo y su creciente independencia social han llegado a crear una situación totalmente nueva para la mujer […], puede aspirar a ejercer múltiples profesiones y tareas, en condiciones similares a las del varón”(1). Esto ha reivindicado para la mujer iguales derechos y las mismas oportunidades como las tiene el varón. Sin embargo, la familia es la más descuidada. Los hijos ya no reciben el cariño paterno-materno como antes, pues los padres se pasan más tiempo en su trabajo que con sus hijos.

Este es un modelo de familia que está condicionado por las nuevas ideas, realidades y exigencias de la sociedad de hoy. Padres alejados de sus hijos, pero no solo por las exigencias laborales, sino también por problemas conyugales. Hoy, más que en tiempos de antaño vemos que hay más familias desintegradas. El divorcio es uno de los problemas que atenta contra la integridad de las familias modernas y ostentando una doble problemática: “como realidad social que ocasiona grave daño a los individuos, a las familias y a la sociedad en general; y necesidad legislativa, derivada de esa misma realidad que reclama ser regulada, vigilada y contenida”(2). Hoy, el matrimonio, más que sacramento es valorado como contrato civil que puede ser disuelto por las leyes del Estado cuando los esposos lo requieran. Se cree que con esto se está reivindicando las libertades individuales, pero con esto lo único que se hace es atentar gravemente contra el principio de indisolubilidad: “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos será una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Cf. Mt 19,5-6; Gn 2,24).

Hay diversas causas que conllevan al divorcio y a la desintegración de la familia, pero las estadísticas de la sociedad actual dicen que hay elementos comunes que encaminan a los cónyuges a la triste separación। Entre estos elementos resalta la nueva realidad de la familia:
“La incorporación de la mujer al trabajo y la nueva forma de vida de la familia y de los miembros que la componen, la idea que éstos tienen de libertad, felicidad e independencia y las aspiraciones de la pareja en orden a su bienestar y a su realización social, elementos que sitúan el valor del matrimonio y de la familia en dependencia de otros valores individuales y personales”(3).

La idea del matrimonio como unión para toda la vida se encuentra muy debilitada en la mentalidad del hombre y la mujer modernos. La imagen de la unión matrimonial que sellaba para siempre los destinos de los contrayentes, y que sitúa un ideal indiscutible en la sociedad tradicional, contrasta hoy con la conducta de no pocos ídolos de la pantalla o figuras de éxito popular que cambian de pareja con sorprendente ligereza. Luego, el divorcio no es actualmente un fenómeno que afecte sólo a determinadas clases sociales, sino que llega en la práctica a todos los sectores de la sociedad. Se ve casi diariamente en los medios de comunicación social. La consecuencia de esto es que tanto el hombre como la mujer de hoy, terminan sintiéndose poco convencidos de que el matrimonio debe ser para siempre.

Tal vez es por eso que muchos y muchas hoy día no quieren ya saber de una unión matrimonial, pues saben que el cónyuge que sufre el fracaso de su matrimonio no se adapta fácilmente a esa situación cuando encuentra un nuevo cause para rehacer su vida afectiva, sexual y familiar; que el matrimonio pierde para él o ella todo sentido si no le proporciona la deseada felicidad. Si el matrimonio no garantiza su futura felicidad, seguridad, paz y armonía en la familia; si más adelante sólo traerá sufrimiento a los esposos, hijos y familia, para muchos es mejor vivir sin el vínculo matrimonial, sin compromiso alguno. Es lamentable esta realidad, pero esto es lo que se vive y se piensa en la sociedad de hoy. “El matrimonio se ve asociado al amor que los une y a la voluntad que sienten de convivir y formar un hogar. El matrimonio es en primer lugar algo que pertenece a la intimidad de la pareja y a su libre decisión de entregarse el uno al otro. Su importancia va en relación sobre todo con la aportación que el matrimonio presta a la felicidad de la pareja, a la afirmación y seguridad, a la paz y armonía de los que la forman”(4). Pero esto es solo el ideal. En la realidad se ve otra cosa.
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(1)FLÓREZ, Gonzalo. Matrimonio y Familia. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid: 1995., p., 58.
(2)Ibíd., p., 62.
(3)Ibíd., p., 63.
(4)Ibíd.

¡Así está la situación económica en el mundo!

La fosa económica que separa a unos y otros se ha ampliado. Las condiciones de vida han adquirido unos contrastes tan acusados que “las sociedades parecen separadas por siglos de historia y se han dinamitado los puentes que permitían trazar una senda desde el atraso al desarrollo económico, entendiendo por tal un crecimiento mínimamente armónico que transforme las sociedades en beneficio de la mayor parte de la población”(1). Vivimos en un contexto donde la economía está cada vez más asentando sus bases en la producción desmedida de capital. Capital adquirido con el precio del sufrimiento de los más pobres, acentuándose así las desigualdades sociales en el interior de todos los países. Es un sistema económico calificado como neoliberal y que “tiene como secuela la marginación de una parte creciente de la población y una degradación de las condiciones de vida y laborales de la inmensa mayoría, hasta límites que ofenden la razón y repugnan la conciencia”(2).

Lo que cuenta en este sistema económico neoliberal es la competencia, de tal modo que, si un ciudadano porque no tiene estudios universitarios aunque sea una persona de grandes habilidades naturales, no puede competir y postular a un trabajo como otro que sí tiene un título que lo respalda. De ese mismo modo, en el nivel macro social sucede algo parecido, existen diferencias abismales de productividad entre los países llamados “desarrollados” y los denominados “subdesarrollados”, “los países del Norte” y los países del Sur”. Los países del Sur no pueden competir con los países del Norte. Eso hace que los países pobres sean aplastados y explotados por aquellos que tienen el poder económico, aquellos que tienen la “autoridad”.

Se habla mucho de empleo, de producción, de exportación, de importación. Sin embargo sólo unos se benefician más. Mientras unos cada vez obtienen más capital y se hacen cada vez más ricos, otros están cada vez más pobres y dependen necesariamente de los poderosos para sobrevivir, aun con las condiciones que afectan su propia vida. Sin ir lejos podemos resaltar el caso de La Oroya, que mientras los dueños viven en lujosas casas y en pomposas condiciones de vida, el 93% de los habitantes de este pueblo tiene plomo en su sangre; y como consecuencia de esto padecen de diversas enfermedades. Prefieren seguir trabajando en la mina porque que es su única fuente de trabajo y, por tanto, su único medio para sobrevivir.

Es un proceso de capitalización desmedido que genera la destrucción de un sector de la gente, un proceso que genera destrucción de la vida humana. “Vida humana que no importa, importa al máximo la ganancia”(3). El capital solo quiere ser más capital. Necesita la acumulación. Niega la distribución. Y no importan los medios para obtenerlo. “Los campesinos, los cocheros, los carpinteros, los trabajadores, que nunca paran de trabajar como caballos de tiro en tareas tan esenciales que si se interrumpieran elevarían al país a un estancamiento, son retribuidos con miseria, injusticia y desolación”(4). Y como si fuera poco, quienes tienen el poder en sus manos de favorecer a su personal con mejores condiciones de vida, se las arreglan para que la injusticia parezca como justicia con sus trabajadores. Los empleados están condenados a trabajar, pero sin reclamar nada, porque si lo hacen serán despedidos y reemplazados por otros que están esperando por el puesto. Vemos en esto todas las argucias que utilizan quienes tienen el poder económico en sus manos para mantener a salvo sus ganancias mal habidas.

Como consecuencia de esto vemos a tantos rostros tristes y afligidos, porque no cuentan con un empleo estable o seguro; o simplemente porque no lo tienen. Esta triste verdad los hace vivir en la desesperanza de un buen futuro, y con la única certeza de trabajar duro para ayudar a sacar adelante a su familia. Muchos de ellos han tenido que abandonar la Universidad o el colegio con el fin de buscar algún ingreso para la digna sustentación de su familia. No queda otra alternativa. Pero esa es la situación en la que el cristiano y no cristiano de hoy debe vivir con el coraje de salir adelante, en medio de un sistema injusto y opresor.
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(1)MONTES, Pedro. El desorden neoliberal, Editorial Trotta, Madrid: 1996. Pág. 187.
(2)Ibíd., p.,188.
(3)MORO, Tomás. Utopía. Editorial Losada, Buenos Aires: 2003. P. 35.
(4)Ibíd., p.,37.

¡Esta es la situación social del mundo!

Los conceptos superior e inferior, mayor o menor, competente o incompetente, mejor o peor son inherentes a nuestra sociedad. No se necesita una especial penetración en el estudio de la sociología para darnos cuenta de esta lamentable clasificación de personas, donde unos cuentan y otros no. “Sin embargo, es útil reconocer los “status institucionalizados”, es decir, los “status” relativos a las personas en los principales grupos de la sociedad(1) . Cada grupo de personas está estructurado de acuerdo con las posiciones que las personas ocupan dentro de la sociedad. El hecho es que existe una jerarquía de personas en el sentido de que cada grupo básico tiene más importancia social que otros. Hay prioridad por la institución económica, antes que por otras instituciones que ayudan a las personas a ser mejores cristianos.

Esta situación de diferencia entre unos y otros hace que haya una diversidad de sentimientos, conductas, estados de ánimo, sensibilidades, opciones, etc.; puesto que la mayoría desea y sueña de acuerdo a su condición social. Esto hace que entre las personas haya caracteres y opiniones diversas; aunque sin olvidar, también, que todos, cada vez se sumergen más en el océano de la globalización. Los medios de comunicación social-virtual están ocupando un papel fundamental en esta realidad. Inclusive se podría decir que el mundo está gobernado por el imperio de la comunicación virtual (Internet, Televisión, radio). Las gentes se dejan seducir por las ofertas presentadas en estos medios por los grandes empresarios.

Vemos a gentes con muchas ansias de vivir; con ansiedad de progreso, pero con pocas oportunidades de enfrentarse al futuro, con pocas posibilidades de competir y “los que no tienen competencia no existen […]. Y los excluidos del mercado están abocados a la muerte(2). Vemos también, a gente con grandes ilusiones de vivir, con pasión el presente, de llegar a ser y a hacer algo por la vida, pero pronto son adormecidos por la inseguridad de un futuro o por no encontrar un camino por falta de orientación vocacional. Esto generalmente está sucediendo en los jóvenes.

Uno de los problemas en nuestra sociedad contemporánea, es la falta de conciencia crítica ante las ofertas del mundo, hacia la cultura de la imagen. Falta formación sobre estos aspectos para que de esa forma los cristianos puedan recibir con madurez y aceptar o rechazar todo aquello que nos ofrecen los medios de comunicación, virtuales o físicos. De ese modo la verdad queda suplantada por la apariencia. “Todo se quiere decir, contar, expresar en imágenes. Hasta el punto de que lo que no existe en imágenes no existe en la realidad. La imagen se ha entronizado de tal manera que se pone en el lugar de la realidad y la sustituye […] La era de la simulación es el triunfo del simulacro sobre la objetividad(3) . Este también es un problema que se debe tener en cuenta mientras vamos por el mundo a hacer discípulos a todas las naciones y enseñarles a guardar lo que Jesús nos enseñó (Cf. Mt 28,19-20).
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(1)FICHTER, Joseph H. Sociología, Editorial Herder, Barcelona: 1964. Pág. 60.
(2)MONTES, Pedro. El desorden neoliberal, Editorial Trotta, Madrid: 1996. Pág. 12.
(3)MARDONES, José María. La vida del símbolo. La dimensión simbólica de la religión. Sal Térrea, Bilbao: 2003. Pág. 21.