La educación es uno de los
derechos fundamentales del ser humano, pues en el Artículo 26, Inciso 1 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, se nos dice respecto a la
educación, que “el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en
función de los méritos respectivos”[1]. Sin embargo, tanto en la
historia de nuestra República, como en muchos lugares del mundo, la educación o
la formación a la vida profesional, ha sido accesible sólo a un sector de la
sociedad. Sólo unos cuantos que son la minoría de la totalidad de los
habitantes del país o del mundo, han tenido acceso a formarse en una carrera
profesional, mientras muchos otros aunque tengan las cualidades intelectuales
suficientes para ser muy buenos profesionales, han tenido que quedarse
refugiados en el hábitat de su pobreza, porque no nacieron con la “suerte” de
poder estudiar una carrera profesional y, de ese modo, alcanzar el éxito en su
vida.
Si bien es cierto, la
Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que el objetivo de la
educación es “el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos fundamentales”[2], para los desfavorecidos
en las oportunidades a la educación, ese objetivo quedaría sólo en las letras y
no encarnado en la justicia para hacerse realidad en beneficio de todos. El
tema “Bien Común”[3]
que tanto se usa en política con fines demagógicos, queda sólo en las palabras
de muchos politiqueros. Sin embargo, si el Estado no promueve una educación
igualitaria que favorezca a todos, muchas instituciones privadas hacen el
esfuerzo de colaborar educacionalmente a ese sector que no tiene el privilegio
de acudir a formarse de forma presencial a una universidad o a un instituto
técnico, debido a diversos factores; entre ellos el factor económico, el tiempo
o el lugar. De ahí que, la educación a distancia surge como una alternativa que
debemos aprovechar. Esta alternativa, entre otras universidades del Perú, la
brinda también, la Universidad Señor de Sipán.
Se Trata, pues, de favorecer
con esta modalidad de estudio a tantos jóvenes y adultos de nuestro país que,
por los factores ya mencionados y por muchos otros, puedan ser formados y
autoformados, gracias a esta modalidad de estudio y, sobre todo, utilizando las
ventajas de la tecnología y el Internet que tanto bien pueden hacer al hombre
si éste les da un uso adecuado. De esta forma, las universidades y, en especial,
la Universidad ya mencionada, para la cual estoy haciendo este Ensayo, colabora
a la formación humana, científica, social y cultural de nuestra población. Así,
los jóvenes y adultos que se dan la oportunidad de estudiar en la modalidad a
distancia, una vez que terminen y se gradúen, tendrán el privilegio de cubrir
los diversos requerimientos de personal capacitado y profesional que en nuestro
país se necesita; siempre con la única intensión de ser personas útiles en esta
sociedad globalizada y tan competente; y, con el supremo fin que siempre ha
caracterizado a los hombres de buena voluntad: el servicio.
De ahí que, en este contexto de reflexión del
Ensayo, me parece pertinente reforzar estos pensamientos, con un pensamiento
del gran científico alemán, Albert Einstein, en su libro Mi credo humanista,
donde dice que “sólo una vida vivida para los demás vale la pena”[4]. En este sentido,
podríamos decir que, toda la formación y capacitación que recibiríamos de la Universidad
y, sobre todo, en la formación profesional de la Educación a distancia, es para
el beneficio propio, pero también por el bien de nuestros semejantes, de
nuestros iguales; ya que, en el campo laboral que desempeñemos, de acuerdo a la
carrera profesional que se haya estudiado, nos relacionaremos y trabajaremos
con y para las personas, en una frase: en beneficio del hombre.
No obstante, en esta
situación, debemos tener en cuenta también, que en ese trabajo con las personas,
el profesional debe estar muy bien capacitado, porque por la misma razón de que
vivimos en una sociedad globalizada y tan competente, que ya resaltamos en el
párrafo anterior, sólo quedan incluidos en los puestos de trabajo de los
diversos requerimientos, aquellos que conscientemente se han formado con el fin
de poder concursar en cualquier competencia. Y, justamente, a este tipo de
formación promueve la educación a distancia, porque al no acudir a las aulas de
forma permanente, como convencionalmente se estudia en la modalidad de la educación
presencial de las universidades, en el caso de la modalidad de estudio a
distancia, el estudiante tiene que aprender a ser autónomo y consciente en la
investigación, ya que no habrá la presión externa que se tiene en la modalidad
presencial.
Así mismo, en la educación a distancia, el
estudiante es dueño y señor de su formación, pero gracias a los profesores que
guían y estimulan al alumno en todo el procedimiento de formación y adquisición
de conocimientos en la carrera profesional. De este modo, los alumnos que
estudian en la modalidad a distancia, se librarán de caer en la situación “en
la que todos los ciudadanos de todos los países, sus hijos y su trabajo en la
vida, se encuentran amenazados por la terrible inseguridad que reina en nuestro
mundo”[5]. Según esto, en nuestro
contexto de reflexión, hablemos de la inseguridad generada por la falta de autonomía
y de iniciativa para capacitarse en el campo profesional, de acuerdo a la
carrera profesional estudiada. Luego, si no se está adecuadamente capacitado en
la carrera profesional, el “profesional” tendrá que pagar el precio de quedarse
sin trabajo y de deambular de un lado para otro con el fin de conseguir algo
para poder sobrevivir; a sabiendas de lo que, como afirma Karl Marx, “los
trabajadores, cuya única forma de subsistencia [es] la venta de su fuerza de
trabajo”[6].
En efecto, la importancia de
la educación a distancia en el Perú, radica en la intensión de generar una
mejor calidad de vida a los ciudadanos que desean formarse a la vida
profesional, desde esta modalidad educativa de las universidades, donde los
factores tiempo y espacio son superados. Así, en este tipo de oportunidad,
muchas personas que trabajan para poder solventar sus gastos cotidianos, salen
favorecidos. Ahora ya no habría excusa para decir: “no puedo estudiar”. Ahora
el que tiene la intensión de ser mejor en la vida puede estudiar y a la vez
seguir trabajando para pagar sus estudios. Ahora las universidades, gracias a
la modalidad a distancia de estudio, nos obligan a que seamos “hombres nuevos,
hombres de servicio”[7] para esta sociedad. Ahora
podríamos alegrarnos y decir con el gran Albert Einstein que, “si anhelamos con
sinceridad y pasión la seguridad, el bienestar y el libre desarrollo del
talento de todos los hombres no hemos de carecer de los medios necesarios para
conquistarlos”[8].
[1] Cita extraída de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, aprobada y proclamada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea
General de las Naciones Unidas, cuyos 30 artículos figuran impresos en la
primera o última página de la mayoría de cuadernos o libros en nuestro país.
[2] Ibíd. Inciso 2.
[3] Cf. VIDAL, Marciano. Moral Social (Tomo III). Editorial
Covarrubias, Octava Edición, Madrid: 1995; pp. 127-153.
[4] EINSTEIN, Albert. Mi credo humanista. Traducción y
selección de textos: Alfredo Llanos y Ofelia Menga. Editado por elaleph.com; p. 13.
[5] Ibíd., p. 17.
[6] Microsoft Encarta Premium 2008. Artículo “El Capital”.
[7] Cf. Artículo de Pedro Arrupe, S.J. Alocución
en la Clausura del Simposio sobre Educación en Centros de Segunda Enseñanza.
Roma, 03 de septiembre de 1980. Págs. 4-5.