viernes, 13 de junio de 2014

LA COMUNICACIÓN ASERTIVA EN EL MATRIMONIO

El matrimonio es una realidad que hoy está siendo muy perjudicada debido a la realidad sociocultural, económica y tecnológica de nuestro tiempo. En décadas anteriores era sólo el hombre el que salía de casa para trabajar y mantener a su familia. Pero actualmente, la situación es diferente. Por razones de la inclusión a la vida pública y laboral de la mujer, y también a veces por necesidad, ella tiene que salir de la casa para poder ayudar al sustento de la familia. Esto no es negativo, sino más bien, gracias a su independencia social, hoy “puede aspirar a ejercer múltiples profesiones y tareas, en condiciones similares a las del varón”[1]. Sin embargo, en muchas parejas, debido a estas situaciones, la comunicación es deficiente y, sobre todo, cuando se trata de una comunicación efectiva, la cual implica la asertividad. No hay duda de que las personas se comunican e interactúan de distintas maneras, pero cuando se trata del matrimonio, esta comunicación e interacción debe ser agradable, dentro de los parámetros de la asertividad, porque del caso contrario, terminarían en los insultos, maltratos físicos y psicológicos, los cuales traerían como lamentable e irremediable consecuencia, la separación de los cónyuges y la desintegración familiar.  

Esta situación hace pensar que el matrimonio como unión para toda la vida es sólo una utopía. Así, la esperanza de que el vínculo conyugal deba ser para toda la vida queda debilitada en la mentalidad de muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo; pues se considera a esta sagrada unión sólo como un contrato que, ante cualquier obstáculo puede romperse y disolverse. Esto puede verse inclusive en personajes de la farándula, que cambian de pareja con sorprendente ligereza. De este modo,  el divorcio es ya una práctica de todos los sectores sociales. Y esto genera la desconfianza de que el vínculo matrimonial dure para toda la vida. Pero ¿cuál es el problema en esta lamentable situación? La falta de asertividad. Las parejas no saben comunicarse o relacionarse de la manera adecuada. Que uno de los dos trabaje fuera de casa o que ambos lo hagan y en la tarde lleguen cansados es una inevitable realidad en muchas parejas, pero esta situación no debe justificar la deficiente comunicación efectiva de los cónyuges. El fin supremo que los ha unido debe hacerlos reflexionar y procurar una comunicación favorable del uno para el otro.

Que ambos son personas diferentes es indiscutible. Justamente allí está la riqueza de la multiplicidad. Pero por el mismo hecho de que se han atrevido a vivir juntos y a acompañarse para toda la vida, deben procurarse una comunicación basada en “el respeto y la elegancia”[2]. Se trata pues, de que los cónyuges se generen un ambiente adecuado para la comunicación efectiva, donde cada uno afirme sus propios derechos, pero sin dejarse manipular del otro[3]. Cada uno debe respetar la autonomía de su consorte. Para esto deben tener en cuenta tres criterios: a) La empatía como la capacidad de reconocer y entender lo que su pareja está sintiendo; b) la tolerancia como la capacidad para respetar a su pareja en sus variadas formas de ver las cosas, de pensar y de sentir; y c) la autenticidad como la actitud para que los consortes se muestren tal y como son, comunicándose sin hipocresías. En este sentido, el matrimonio se percibe como una plena relación entre un “Tú” y un “Yo”, entre los dos seres, cuya intención es amarse, respetarse y cuidarse toda la vida, hasta que la muerte los separe.

Desde ese punto de vista, se podría decir que, la relación matrimonial es el lugar donde se hace presente la reciprocidad de dones, los cuales se comparten en virtud del amor. Y tal vez, se podría decir que la relación matrimonial, es la más recíproca y plena, puesto que implica la entrega y el reconocimiento entre el “Tú” y el “Yo”, entre los dos seres que comparten su vida. Además tienen un juramento donde se prometen amor y fidelidad, pase lo que pase, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas. De este modo, según el rito matrimonial religioso fundamentado en el Evangelio, nada ni nadie podrá disolver ese amor que voluntariamente y sin coacción ni coerción se profesan, pues la fórmula de este sagrado rito termina diciendo: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”[4]. Según esto, los cónyuges se unen para compartir sus sentimientos, opiniones,  deseos y derechos propios, respetando a la vez, los sentimientos, opiniones, deseos y derechos de su consorte. Luego, en esta forma de relacionarse estarían encarnando la asertividad y generando, por tanto, la comunicación efectiva, favorable para la vida matrimonial. Sin embargo, para que la pareja llegue a este tipo de comportamientos y actitudes, debe adquirir las habilidades cognitivas y conductuales, las cuales tienen que ver con tres elementos importantes: Primero, conocer las diferencias entre los comportamientos asertivo, no asertivo y agresivo; segundo, eliminar los obstáculos cognitivos; y tercero, adquirir respuestas cognitivas.

Si se tienen en cuenta esos criterios, entonces podremos decir que en la pareja se está viviendo una auténtica relación entre el “Yo” y el “Tú” y estarán promoviendo una vida dialogal y convirtiendo, de ese modo, el lenguaje, en el “vehículo de la comunicación [asertiva] y en el «medium» de la humanización”[5]. Además, los consortes no se juntan con el fin de vivir peleándose, maltratándose e hiriéndose mutuamente, sino con el fin de amarse y ser felices. Todos sabemos y creemos que la felicidad es el fin último y primero de cada hombre en esta vida, pero cuando se trata de la pareja, la reciprocidad de dones que comparten, debe conducirlos a las sanas relaciones interpersonales, donde la presencia de consorte, inspire un clima de confianza mutua, la cual será posible sólo con la práctica de comportamientos y conductas asertivas, que tienen que ver con “la expresión apropiada de las emociones en las relaciones, sin que se produzca ansiedad o agresividad”[6]. Luego, si se tienen en cuenta estos aspectos dentro de la vida conyugal, estarán garantizando en beneficio de ellos mismos, una sana y agradable convivencia.

En consecuencia, la comunicación efectiva, garantizada por comportamientos y conductas asertivas por parte de los cónyuges, es fundamental para que éstos puedan convivir sana y agradablemente en el encuentro cotidiano. Sólo teniendo en cuenta esto, reconocerán la importancia de la presencia de su pareja en su vida y procurarán vivir amándose, cuidándose y respetándose el uno al otro como se prometieron alguna vez, en virtud de la fuerza del amor, hasta que la muerte los separe. Que puede haber diversos obstáculos para una buena convivencia como aquellos factores que hemos mencionado al empezar este Ensayo, nadie lo duda, pero que esos obstáculos no sean razones para que en el matrimonio haya un clima lleno de conductas no asertivas o agresivas, sino más bien, una clima lleno de tolerancia, respeto y empatía, donde cada uno favorezca un diálogo constructivo, comunicando el uno al otro, “de forma clara y decidida sus sentimientos, necesidades y deseos propios, cuidándose siempre de hacerlo de forma que se respete y no se agreda al otro”[7].

[1] FLÓREZ, Gonzalo. Matrimonio y Familia. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid: 1995., p., 58.
[2] RODRIGUEZ JIMENES, Luz Jinet. Comunicación asertiva. Pág. 82. Recuperado de http://www.liceochapero.edu.gt/sites/default/files/Comunicacion%20Asertiva.pdf, el 25 de mayo de 2014.                                                                                                                                                                                               
[3] Cf. MAYER-SPIESS, Olga Castanyer. La asertividad, expresión de una sana autoestima. Editorial Descleé de Brouwer. 2010. Pág. 8. Recuperado de http://site.ebrary.com/lib/bibsipansp/docDetail.action?docID=10485791&p00=la%20asertividad%20expresi%C3%B3n%, el 25 de mayo de 2014.
[4] Cf. Marcos 10,9.
[5] MOLTMANN, Jürgen. El hombre. Antropología cristiana en los conflictos del presente. Ediciones Sígueme, Salamanca: 1976, pág. 114.
[6] NARANJO PEREIRA, María Luisa. Revista electrónica “Actualidades Investigativas en Educación”. Volumen 8, Número 1, Año 2008. RELACIONES INTERPERSONALES ADECUADAS MEDIANTE UNA COMUNICACIÓN Y CONDUCTA ASERTIVAS. Recuperado el 25 de mayo de 2014 en http://revista.inie.ucr.ac.cr
 [7] Libro de Persona, Familia y Relaciones Humanas. Educación Básica Regular para Cuarto año de secundaria. Ministerio de Educación: 2008, pág. 12.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La comunicación asertiva en el matrimonio. Como diría García Márquez, vivir para contarla. Si te funciona, hay que predicarlo y si no, hay que aprenderlo, para no terminar siendo infeliz.
Saludos.