domingo, 22 de noviembre de 2009

EL DIOS DEL ISLAM

Hacia el año 610, un comerciante que probablemente desconocía la tradición bíblica tuvo una revelación. Este personaje fue Mahoma, un miembro de la tribu mecana de los qurayshitas. Mahoma dedicaba el tiempo a rezar al Dios Supremo de los árabes y a distribuir alimentos y limosnas entre los pobres que acudían a visitar durante este tiempo sagrado. La tribu a la que él pertenecía había pasado muchas carencias económicas, pero en los últimos años había sobresalido gracias al comercio. Esta actividad había hecho de la Meca la ciudad más importante de Arabia. Pero eso significó que los valores de la antigua tribu habían quedado opacados por el capitalismo desenfrenado.

Mahoma se había dado cuenta de que los qurayshitas estaban haciendo del dinero una religión. Con esto la Meca se iba convirtiendo un centro internacional del comercio y de las finanzas. Algunos incluso pudieron pensar que la riqueza les daría la inmortalidad. Mahoma en cambio, pensaba que este nuevo rumbo de la gente provocaría la desintegración de la tribu. Ahora el individualismo había sustituido el ideal comunitario primigenio. Las familias habían empezado a pelearse entre sí con el fin de obtener mayor riqueza en La Meca. La tribu se iba destrozando moralmente y desgarrándose en luchas de aniquilación mutua.

En Arabia había un pateón pagano y tenían poco tiempo para dedicarse a la religión. No tenían la noción de la vida en el más allá. Se dice que entre sus prioridades “innatas” estaban el coraje en la batalla, la paciencia y aguante en el sufrimiento y una dedicación absoluta a la tribu. Ese era el pensamiento que defendían. La venganza o desquite era la única manera de garantizar un mínimo de seguridad para los individuos de su tribu. La venganza era una forma de hacer justicia ruda, pero eficaz. El sistema brutal garantizaba la estabilidad. Pero para el siglo VI ese sistema era casi ya imposible continuarlo. Aparte que políticamente tenían dos poderos imperios que los amenazaban: Persia y Vizancio. El contacto con otros pueblos fue influyendo inclusive en el pensamiento de los árabes.

Y, como las tribus estaban cada vez en guerras constantes, hacía imposible la unificación. No podían tomar su destino en sus propias manos ni difundir su propia civilización. Eso hacía que estén expuestos a la explotación y conquista de otros. Sin embargo, pese a esta situación, Mahoma, hasta el 632 logró reunir a casi todas las tribus en una nueva comunidad unida. Tuvieron que pasar sólo cien años para que el movimiento empezado por Mahoma se difunda enormemente, convirtiéndose así en un imperio poderoso. Mahoma, como muchos de los árabes creía que Alá, el Dios supremo del antiguo panteón árabe cuyo nombre significaba simplemente “el Dios”, era idéntico al Dios adorado por judíos y cristianos. Pero los árabes estaban descontentos con Alá porque nunca les había enviado profeta ni Escritura propia.

Los árabes en cambio, sí tenían un santuario donde adoraban en La meca Caaba, santuario que antes había pertenecido a Alá. Y, como no tenían Escritura ni profetas, tenían un sentimiento de inferioridad. Esto les hacía sentir los cristianos y judíos, con quienes ellos se relacionaban, pues les decían que no habían recibido la revelación de Dios. Ellos estaban seguros de que los imperios persas y bizantinos se habían servido de la religión para llevar acabo sus proyectos imperiales.

Muchos de los árabes admiraban la revelación de los judíos y los cristianos. Desconocían la religión abrahánica. Sin embargo, dicen algunos historiadores que había unos que querían tributar culto al Dios de Abrahán, pero no sabían cómo. Entre éstos podemos mencionar a Zayd, quien se dirigía a Dios de este modo: “¡Oh Dios!, si yo supiera cómo quieres que te tribute culto, lo haría; pero no lo sé”. El Dios de Abrahán era totalmente desconocido. Recién se revelará en la noche decimoséptima del mes de Ramadán, a Mahoma en el 610. Mahoma cuanta que él quiso resistirse frente al llamado del ángel que recite como los profetas hebreos. De esta forma, luego de tres abrazos insistidotes del ángel, Mahoma descubren que de su boca fluían las primeras palabras: “Recita en el nombre de tu Señor, que ha creado, que ha creado al hombre de sangre coagular. Recita. Tu Señor es el magnífico, que ha enseñado el uso del cálamo, que ha enseñado al hombre lo que no sabía”.

Mahoma pensó en un primer momento que era poseído por un jinni, que lo había llenado de tanta desesperación que ya no quería vivir por más tiempo. En aquél momento, al salir de la cueva, quiso arrojarse desde la cima para morir. Pero en la falda del monte tuvo otra visión que luego reconocería que era el ángel Gabriel quien le hablaba y le pedía que trasmita el mensaje. En el Islam se identifica a Gabriel con el Espíritu Santo de la revelación. Mahoma había tenía la experiencia de los profetas hebreos de la alteridad terrible de Dios. Como Mahoma no tenía una tradición que lo respalde como sí lo tenían Isaías o Jeremías, se envolvió profundamente en sus angustia y le contó a su esposa Jadicha. Se recostaba en el regazo de su mujer y le pedía que lo cubra. Mahoma creía que se había convertido en un majnun, pero su esposa lo convención de que él era bueno y que no era eso lo que pasaba. Luego, cuando le piden ayuda a Waraqa, primo suyo cristiano y entendido en las Escrituras, éste no dudó en decirle que era una revelación de Dios, como con Moisés o los profetas judíos.

Años después recién Mahoma se convencerá de que esto era la revelación de Dios entonces empezará a predicar. Pero, a diferencia de la Toráh revelada a Moisés, a Mahoma se le reveló el Corán, poco a poco, línea por línea, versículo por versículo, durante un período de veintitrés años. Algunas veces las revelaciones eran causa de sufrimiento. Mahoma debía tener los sentidos bastantes afinados para poder distinguir el mensaje con claridad. Era un proceso difícil, como un poeta que debe escuchar atentamente la voz de su inspiración. Las revelaciones, por tanto, suponen un esfuerzo enorme para Mahoma. Además él sabía que estaba expresando la Palabra inefable de Dios en árabe, pues el Corán es tan central en la espiritualidad islámica como Jesús, el Logos, lo es en el cristianismo. En este libro sagrado, pareciera que Dios fuese haciendo su comentario a medida que la situación evoluciona. Cada vez que se revelaba un aparte nueva, Mahoma que no sabía leer ni escribir, la recitaba en voz alta y los musulmanes la aprendían de memoria.

Cuando Mahoma recitaba sus revelaciones en la Meca no te pensaba que estaba fundando una nueva religión universal, sino pensaba que estaba exponiendo la antigua religión del único Dios de los qurayshitas. Al comienzo ni siquiera pensaba que debía predicar a otras tribus, sino que creía que era sólo para la gente de la Meca. Tampoco Mahoma creía en una teocracia. Es más ni siquiera conocía un sistema así. Su mensaje era un anuncio gozoso de esperanza. En el Corán un infiel no es un ateo en el sentido moderno, sino uno que es desagradecido con Dios. Más adelante la religión de Mahoma sería conocida como islam, el acto de sumisión existencial que cada convertido tenía que hacer ante Alá. Los primeros musulmanes tenían que retirarse a las cañadas que había alrededor de la ciudad para hacer su oración en secreto. Pero los qurayshitas no estaban de acuerdo con eso.

En la práctica significaba que los musulmanes tenían que construir una ciudad justa y equitativa donde los pobres y los débiles fueran tratados con justicia. Es erróneo acumular riquezas y amasar una fortuna privada y es bueno compartir la riqueza de la sociedad con justicia distribuyendo una proporción regular de la propia riqueza a los pobres. Como los profetas hebreos Mahoma predicó una ética socialista como consecuencia del culto a Dios. Sin embargo, la visión de Dios es más impersonal que YHWH. Alá carece del pathos y de la pasión del Dios bíblico. Para ellos sólo podemos comprender algo de Dios en los signos de la naturaleza. La inteligencia debe interpretar los signos o mensajes de Dios. Deben mirar el mundo con curiosidad.

La lengua árabe es considerada importante para sus rezos. Inclusive si leen el Corán en otra lengua les parece que están leyendo un libro distinto. El sonido de la lengua es una parte esencia para recitar sus oraciones; pues el Corán está hecho para ser recitado y en voz alta. Este libro está destinado para suscitar un sentido de lo divino y no se ha de leer con precipitación. Creen que acercándose al Corán de modo correcto tienen experiencia de la trascendencia. El árabe para los musulmanes es una lengua sagrada, como lo es el hebreo para los judíos y el sánscrito para los hinduistas. Cuando muchos árabes escuchaban por primera vez el Corán, se convertían inmediatamente y creían que sólo Dios podía ser el creador de la extraordinaria belleza de su lengua. De ese modo se convirtieron inclusive algunos que habían sido enemigos de Mahoma. La belleza de las palabras del Corán convierte a los corazones en receptivos. Se entiende con esto, cual fue el impacto del Corán en Omar (qurayshita, enemigo de Mahoma), quien al encontrase con el profeta en la Caaba, dijo lo siguiente: “Cuando oí el Corán mi corazón se ablandó, me puse a llorar y el Islam entró en mí”. Era como si Mahoma hubiera creado una forma literaria totalmente nueva, que llenaba de sentimientos y emociones a muchos. “Mahoma como poeta y profeta y el Corán como texto y teofanía son seguramente un ejemplo inusual y sorprendente de la profunda congruencia que existe entre el arte y la religión. De esa forma Mahoma fue imponiendo el monoteísmo radical entre los musulmanes. Esto hizo que los primeros musulmanes fueran acusados de ateísmo, lo cual era considerado una amenaza para la sociedad. Los musulmanes tenían que entregarse sólo a Dios y no podían someterse a los falsos objetos de culto, a los que se adherían los qurayshitas.

La idea de la unicidad de Dios era la base del Corán. Rendir culto a seres inferiores era idolatría, el pecado más grave para el Islam. El musulmán debe saber que Alá es realidad última y única. De ese modo, el Corán recupera la idea semítica de la unidad divina y rechaza de que Dios puede “engendrar” un hijo. No hay más Dios que Alá, el único que puede salvar al hombre, causa incausada de todos los seres. Pero este Dios era un Dios escondido. Por eso le dice a Mahoma: “Quería que se me conociera. Por eso he creado el mundo, a fin de que se me conozca”. Pero a Dios sólo lo vemos en sus actividades. Sin embargo, él es el dador de la vida, el omnisciente, el que crea el lenguaje. Sólo Dios tiene verdadera existencia y valor positivo.

La obligación de todo musulmán es confesar que el único Dios es Alá y que Mahoma es su profeta. Además que toda la belleza de las cosas lo son pero en orden a ese ser supremo. Esta confesión de fe debe guiar la vida individual y social. Pues Dios es la fuente de todo conocimiento y, al mismo tiempo, el medio por el cual los hombres pueden hacerse una idea de la trascendencia. Todo musulmán debe conocer esto; sin embargo, Mahoma nunca pidió que se convirtieran a la religión de Alá a cristianos o judíos. Si alguien se convertía que se convierta porque por sí sólo se ha convencido. El Corán no condena como falsas o incompletas otras tradiciones religiosas, sino que muestra que cada nuevo profeta confirma y continúa las intuiciones predecesoras. El Corán enseña que Dios ha enviado mensajeros a cada pueblo. De ahí que, después de su muerte se garantizó la plena libertad religiosa en el imperio islámico. El Corán respeta a todas las religiones.

Mahoma había adaptado su religión para acercarla al judaísmo tal como él la comprendía. Incluso les mandó que oraran tres veces al día como los judíos. Los musulmanes podían casarse con judías y debían seguir las normas dietéticas y orar mirando hacia Jerusalén como los judíos y cristianos. Pero los judíos no consideran a Mahoma como profeta, porque para ellos la era de la profecía había terminado ya. Algunos judíos inclusive iban a la Mesquita sólo para reírse y burlarse de su religión; pues para ellos que conocían la Escritura, era fácil encontrar defectos en los relatos del Corán. El rechazo judío fue probablemente para Mahoma la mayor decepción, que lo hizo poner en tela de juicio todo su planteamiento religioso. Sin embargo, otros judíos le explicaban la Biblia y le enseñaban a responder a las críticas de otros judíos. El acercamiento a las Escrituras sagradas judías le ayudó a profundizar en sus propias intuiciones. Supo por ejemplo que Abrahán era anterior a Moisés y éste de Jesús. Es probable que al comienzo Mahoma haya pensado que judíos y cristianos pertenecían a la misma religión, pero supo de los desacuerdos de éstas religiones. Se enteró además, por historias judías, que los árabes eran descendientes de Ismael, hijo de Abrahán. De ese modo, como los judíos, también los árabes eran hijos de Abrahán. Pero por las rivalidades con los judíos, en el año 624, Mahoma dice que los musulmanes deben orar mirando a La Meca y no a Jerusalén. Este gesto religioso es considerado el más creativo de Mahoma. De ese modo estaban volviendo a la religión primordial del Abrahán.

Para el Corán, todos los que profesan una religión, deben trabajar por una sociedad y equitativa y, de hecho, los musulmanes han tomado muy en serio su vocación política. Al comienzo Mahoma no pretendió ser político, pero las circunstancias históricas lo llevaron a tomar también una postura política. A nadie obligó a hacerse musulmán. Mahoma luchaba por conservar su vida. Además el Corán dice que no ha de hacer coacción en materia de religión. En el Corán dice que la guerra es detestable, al menos que sea por autodefensa. Así fue como Mahoma pudo entrar a La Meca en el 630, y sin derramamiento de sangre. La religión de Alá introdujo el ethos misericordioso, que era el distintivo de las religiones avanzadas: fraternidad y justicia social eran sus valores principales. En al ideología de Mahoma, todos deberían ser iguales. Se defiende la igualdad de sexos. Como en el cristianismo, las mujeres eran muy bien aceptadas por Mahoma. Eran reconocidas con derechos legales a la herencia y al divorcio. Mahoma subraya que hay igualdad absoluta moral y espiritual entre los sexos. Pero lo lamentable es que, como en el cristianismo, la religión de Alá quedó en manos de varones, que no supieron interpretar los textos del Corán y dan un papel negativo a las mujeres. El Corán no prescribe el velo para todas las mujeres musulmanas, sino sólo para las esposas de Mahoma, como signo de su rango.

El rango de segunda clase de las mujeres lo toman los musulmanes después de la muerte de Mahoma, cuando tienen contacto con los persas y los bizantinos cristianos, donde las mujeres eran marginadas. De ese modo, ya en la época del califato (750-1258) las mujeres musulmanas eran marginadas como sus hermanas de las sociedades judía y cristiana. Hoy las musulmanas feministas exigen a los varones que vuelvan al espíritu original del Corán. Esto nos hace pensar que, así como en otras religiones, el Corán tiene diversas interpretaciones, dando origen de ese modo, a diferentes sectas. Sin embargo a pesar de eso el Islam empezó a crecer, convirtiéndose en un poderoso imperio. Pero sin exigir a nadie a convertirse al Islam. Ellos tenían muy claro que el Islam es para los árabes como el judaísmo para los hijos de Jacob. De ese modo, en territorios islámicos se garantizó la libertad religiosa para judíos y cristianos.

Los musulmanes, a diferencia que los cristianos, la política no es extrínseca a la vida religiosa. Los musulmanes se ven comprometidos en la construcción de una sociedad justa de acuerdo con la voluntad de Dios. La comunidad unidad tiene importancia sacramental, como un signo de que Dios ha bendecido el esfuerzo por redimir a la humanidad de la opresión y de la injusticia. Su opción política ocupa el mismo lugar en la espiritualidad musulmana que una opción teológica concreta en la vida de un cristiano. A un musulmán le parece extraño que los cristianos pasen su vida en controversias teológicas abstrusas. Mahoma es el ejemplo a seguir. “Como se creía que Mahoma se había entregado perfectamente a Dios, los musulmanes tenían que imitarlo en su vida diaria. Cada musulmán debe configurarse con el profeta, portándose bien con los animales, los huérfanos, los pobres. Los gestos externos son los medios para conseguir la conciencia de Dios, prescrita por el Corán.

A aquellos que promueven imitar a Mahoma se les conoce con el nombre de tradicionalistas. Éstos proponían una ética igualitaria y se oponían al lujo. Cada musulmán es responsable ante Dios de su propio destino. Los tradicionalistas creen que el Corán tiene autoridad como la Toráh para los judíos o el Evangelio para los cristianos. Pero el Corán representaba la presencia de Dios en medio de ellos. Cuando sostienen el libro sagrado es como si tocaran a Dios y, cuando lo recitan, sienten que el lenguaje de Dios está en sus labios. Dios es omnipotente y omnisciente. Esto lo tiene muy claro el Corán. Pero Dios no cambia la condición de las personas si ellas no cambian su interior. Ahora bien, así como hay una corriente tradicionalista en el Islam, también hay posturas que postulan distintas teologías. Entre estas corrientes podemos hacer mención al racionalismo: “¡Yo no te dije que renunciaras a la argumentación racional, sino que buscaras un fundamento para las verdades hadith!”.

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