domingo, 22 de noviembre de 2009

EL PARADIGMA TRIBUS DE LA EPOCA PREESTATAL

Palestina es una magnitud histórica palpable al margen de lo que se debe entender por pueblo. En ella podemos distinguir seis constelaciones. La primera de esas constelaciones es el paradigma de las tribus del Israel primitivo. Viene a continuación el del reino davídico, al que sucede el paradigma de la teocracia postexílica, le sigue el paradigma rabínico-sinagogal del Medievo judío, después el paradigEma moderno y ahora el paso a un paradigma posmoderno. Eso se debe a una “nueva constelación global de convicciones, valores y modos de comportamiento compartidos por los miembros de una determinada comunidad”. Para ellos, por tanto, siempre existe la posibilidad de nuevos paradigmas.

1.- La toma de la tierra. Tres intentos de reconstrucción

Se discute la salida de Egipto y que las doce tribus se hayan encontrado en el monte de Dios. También se discute la peregrinación por el destierro. De ese modo, la idea de Dios como pueblo de Dios peregrino también es insegura. El número 40 años de peregrinación es simbólico como castigo hasta la muerte de la generación rebelde. Y también se discute todo lo relacionado con la toma de tierra de Israel. Los especialistas dicen que la toma de la tierra no se llevó a cabo en una especia de guerra relámpago. De ese modo, las narraciones en el Libro de Josué no son historia sino historias. Desde esa perspectiva se puede decir que hay tres modos de reconstrucción histórica:

a) El modelo de la conquista (inmigración en oleadas). Supone una dilatada toma de tierra mediante varias oleadas de nómadas guerreros provenientes del desierto. Esta hipótesis se basó en la arqueología. De esas investigaciones se deduce que muchas regiones cananeas dan señales que hayan sido ocupadas por israelitas antes del s. X.

b) El modelo de inmigración (infiltración lenta). Supone una sucesiva sedentarización pacífica de nómadas pastores de ganado menor procedentes de las zonas fronterizas con la estepa y con el desierto que, obligados por la sequía del verano, transhumaban para contraer otros pastos. Pero esta hipótesis es bastante criticada.

c) El modelo de transformación social (revolución o evolución intrapalestina). Este modelo se guía de la sociología. De aquí se infiere que la roma de la tierra no sucedió de una invasión nómada venida de fuera, sino en el cuadro de un proceso de transformación de la población. Pero también contra este modelo sociológico se lanzan fuertes objeciones.

2.- Hacia una visión integrada

Es irrefutable el dato bíblico de que los padres de Israel del desierto, que fueron nómadas. Pero las narraciones bíblicas hay que insertarlas dentro de un modelo socio-político y religioso integrado. Un grupo de emigrantes de Egipto que creían en Dios Yahvé trajeron consigo diversas tradiciones de una salida de Egipto, de un paso por el Mar de las Cañas y de una alianza hecha en el monte de Dios. De todas maneras la creencia en Yahvé marcó un punto crucial en los albores de la formación del pueblo.

Pero no hay que caer en el reduccionismo literario. De la historia de Israel también forma parte su andadura social. Y, sin los textos veterotestamentarios, para los que la creencia en Yahvé es central, fracasará toda reconstrucción de la historia de Israel. Además, la historia de Israel es más que la crónica de la sociedad israelita. De todas maneras, la idea de que los israelitas hayan venido del desierto no es pura invención. Lo cierto es que, al hilo de la sedentarización, fueron formándose los grandes grupos de las tribus israelitas, como productos secundarios, pues la organización en familias y clanes precedió a la tribal. De ese modo se puede decir que, la toma de la tierra y los comienzos del pueblo de Israel coinciden, son dos caras de la misma cosa. La creencia en Yahvé empieza a centralizarse y las diversas familias, aldeas, clanes y tribus se convierten paulatinamente en la comunidad de destino y en una comunidad narrante. Las tribus unidas de Israel son el sujeto de las tradiciones.

3.- El centro constante

Sin Yahvé e Israel (tierra y pueblo), tampoco es posible entender los comienzos de la sociedad israelita. A diferencia entre otras religiones semitas cuya estructura es un Dios, un rey, un país; aquí tenemos un Dios, un pueblo, una tierra. Pero ese Dios es un Dios volcado a su pueblo, por tanto es una historia socio-religiosa como la historia de un pueblo con su Dios. Yahvé es el Dios de Israel e Israel es el pueblo de Dios.

La alianza del Sinaí nunca fue entendida como alianza regia. De aquí que, antes del período monárquico, no se le llamó a Dios como rey. De ese modo la relación de Dios con su pueblo es de alianza, que incluye la soberanía de Dios y la comunión con Dios, pero no la de reino. No había una unidad organizativa uniforme, pero sí una especie de federación flexible y la fe común en uno y mismo de Dios.

4.- Estructura del paradigma preestatal

No es posible averiguar cómo se configuró esta comunidad en la época inmediatamente posterior a la toma de la tierra. Pero tampoco se puede saber con certeza de que el arca de Yahvé fuera un santuario itinerante y central de Israel. Pero tampoco se ha demostrado que la unión de las tribus no fuera por una alianza sagrada sino por motivos exclusivamente políticos. Pero entre las unidades religiosas, la creencia en Yahvé jugaba un papel protagonista que las tribus asumieron de forma creciente. Lo realmente decisivo es que la federación tribal israelita aparece ya en el mencionado canto de Dévora como pueblo de Yahvé. Respecto a esto debemos tener en cuenta algunos aspectos:

- las tribus israelitas de la primera época vivieron en una especie de federación nacional y religiosa que fue ganando cohesión, donde había una jerarquía patriarcal, pero no un régimen monárquico.
- Existían santuarios de Yahvé y, con ellos un sacerdocio de Yahvé, pero no había instituciones y usos religiosos.
- Hubo en este tiempo figuras carismáticas salvadoras de diversas clases, los llamados jueces.
- Las tribus fueron cohesionadas en el plano religioso mediante la fe en Yahvé, Dios de Israel. Aún no se le veía a Dios como rey.
- La fe en Yahvé constituyó la base para la autocomprensión de Israel como pueblo de Yahvé. No era una unidad monolítica del pueblo.

En consecuencia, en esta época hubo una sociedad tribal, no una sociedad estatal. Se hablaba de la tierra, no de fronteras firmes ni de unidad nacional, menos aún de una monarquía.

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