domingo, 22 de noviembre de 2009

EL PARADIGMA REINO DE LA ERA MONARQUICA

1.- Crisis y cambio de paradigma

Se puede hablar surgió una crisis que bien pudo haber sido provocada por agentes externos o de una crisis autoproducida, lo cierto es que ambos aspectos se confabularon para que Israel pasara de la época de la subversión social de la llamada época de los jueces a una nueva época. Cuanto más se sedentarizaban las grandes familias, clanes y tribus, tan dispares desde el punto de vista territorial, cuanto más se agrupaban y se concienciaban de su comunidad de destino, tanto más sintieron la imperiosa necesidad de coordinación interna duradera y de una defensa común permanente frente al exterior. Sobre todo, como no tenían las armas especializadas del tiempo como los filisteos que tenían armas de hierro, entonces para eso necesitaban unirse en una fuerza común. Para eso Israel entra en la necesidad de organizarse como otros Estados limítrofes: la monarquía. El problema era que ellos tenían a Yahvé como único soberano, por eso es posible que haya habido oposiciones al rey en el Israel primitivo, no solo por el dominio tribal, sino por el derecho al dominio teocrático de Yahvé. Sin embargo, pese a eso la monarquía empezó a imponerse y, de ese modo, es Saúl el primer rey, el cual sólo dura ocho años en el trono, sucediéndole David.

2.- Los excepcionales logros de David como rey

Saúl había introducido un cambio de paradigma, pero fue otro el que lo consumó hacia el año 1000 a. C.: David (1004-965), un judío de origen humilde, natural de Belén, capital tribal. El reino de David fue un gran éxito que para muchos, incluso hoy es un gran ideal. David es interpretado como el predilecto de Dios y esto constituye una diferencia importante respecto ala paradigma precedente. Lo cierto es que, sin David, nunca se hubiera llegado a una unión duradera de partes del reino territorialmente tan heterogéneas como el Norte y el Sur, Israel y Judá, a un gran reino israelita. De ese mismo modo Jerusalén jamás hubiera llegado a ser la capital del reino. David la convirtió en el monte Sión con su fortaleza de montaña en su ciudad residencial. Pero además de eso Jerusalén nunca hubiera alcanzado su carácter sacro que a conservado hasta nuestros días.

3.- El reino de David es todavía hoy un ideal paradigmático

David practicó una política exterior altamente expansiva. Lo que había comenzando como guerra defensiva se convirtió en expedición de conquista. Si antes las guerras eran consideradas conquistas de Yahvé, con David la guerra toma otro sentido. David incorporó regiones no israelitas a su gran Israel, lo que todavía tiene importancia hoy a la hora de solventar la cuestión de las fronteras del reino de Israel y lo que, ya en tiempo de David, iba a conducir a considerables tensiones y conflictos internos. De ese modo, David quedó como el modelo de los soberanos de Israel. Incluso con la reelaboración deuteronómica se le prometerá una soberanía perenne que nunca llegó a realizarse. De aquí nace la idea de un Mesías que, como el rey davídico ideal restauraría el reino y realizaría la promesa de una soberanía perdurable. De ahí que David se convirtió para todo Israel una figura de esperanza y de orientación profética. David es la protofigura dinástica para soberanos y jerarcas, pero también la figura argumental para entusiastas escatológicos y revolucionarios, y en dirigente religioso de grupos interesados en la construcción y consolidación de una vida comunitaria acorde con la tradición.

4.- David en el espejo del judaísmo

Tanto el judaísmo, como el cristianismo y el Islam tienen mucho aprecio a la persona de David. Para el judaísmo se ve a David como orante y profeta ejemplar. Es el salmista. Es también el ejemplar observante y maestro de la ley que la estudia en todo instante y es también el pecador y penitente ejemplar que lamenta amargamente su adulterio con la bella Betsabé y el asesinato de su marido, Urías el hitita. Para el cristianismo es el autor de los salmos, como ejemplo de religiosidad y como profeta de la revelación divina. Que Jesús se ampara en David para arrancar las espigas es sábado. Además que Jesús de Nazaret es el descendiente directo de David. Luego Jesús es el Mesías de Israel. Inclusive se le aplicó el título de hijo de David. Inclusive la jerarquía eclesiástica verá en David una instancia de legitimación para que el para y la Iglesia ungieran a emperadores cristianos. Para el Corán Como David y Moisés también David es una figura predominante. David aparece como lugarteniente de Alá que juzga con rectitud. David es tenido como profeta auténtico, receptor directo de la revelación divina.

5.- Doble rostro de Salomón y separación de los reinos

David fracasó pero en su sucesión. Para fortalecer su política por medio de sus contratos matrimoniales. Se dice que sucesivamente hasta ocho esposas que le dieron al menos q9 hijos. Frente a algunos problemas familiares por asumir el poder, logra imponerse Salomón, hijo de Betsabé. Se dice que Salomón recibe un reconocimiento divino en vez de un reconocimiento político, pues logra imponerse por la fuerza y con el apoyo de Natán y de Betsabé. Salomón se hace famoso por un “juicio”. De ahí se le atribuye a él varias obras sapienciales como Proverbios, Cantar de los Cantares, Eclesiástico y Sabiduría. Se da la autoría de estos libros al rey sabio.

Pero el esplendor de Salomón está sobre todo en la construcción del templo y el palacio de Salomón. El templo se convierte luego en santuario central de Israel y del Estado. Ahora el rey no solo ocupa funciones sacerdotales sino que es sacerdote para siempre. Sin embargo, para este gran esplendor hubo que pagar un gran precio: latifundios y empobrecimiento de las masas. Empiezan, entonces, las primeras señales de separación entre en Sur y el Norte. El Sur, reino de Judá con su capital Jerusalén y el Norte, reino de Israel con su capital Samaría.

6.- Lo específico del profetismo

En Israel hubo profetas individuales y también grupos de profetas organizados en determinados lugares sagrados. Había profetas o profetisas como Dévora, María la hermana de Aarón o Julia. Para ellos el profeta no es simplemente el adivino sino el que declara con toda franqueza, es un anunciante, un pregonero, un heraldo de Dios mismo. Es una persona que dice la verdad. El profeta es el llamado pero también el que llama. Es llamado de manera especial por Dios. Este profetismo existe desde la época de la monarquía. Entre los profetas había los considerados los falsos porque actuaban por un beneficio y los que actuaban en nombre de Dios, los verdaderos. A diferencia de otras religiones que también tienen sus profetas, lo peculiar de los profetas de Israel está en que ellos actúan en nombre de Yahvé. Son profetas de Dios. Los profetas son los guardianes, los amonestadores, examinadores y exhortadores incómodos de Israel. Nada les aparate de proclamar el mensaje de Dios mediante acciones simbólicas y también con la propia vida. La frase célebre es “¡Así dice Yahvé!! Hablan con la autoridad de Dios.

7.- El profeta en oposición a los sacerdotes y al rey

Los profetas son los grandes críticos de su tiempo, no se cansan de anuncia la amenaza del juicio de Dios. Critican la concepción que el pueblo tiene de la historia, de una historia que no se presenta ya como una historia de salvación. Critican el culto de los sacerdotes, cuyos cantos y sacrificios no son ya un medio de salvación, porque se dedican a los ritos mecánicos y descuidan practicar la justicia. Pero también critican la praxis jurídica de los que mandan, el desprecio del derecho por la clase alta. La corrupción de los jueces que declaran inocentes a los culpables y no les interesa el huérfano o la viuda. De ese mismo modo critican a los terratenientes que esclavizan a los campesinos y les provocan el empobrecimiento.

Los profetas aborrecían la política sincretista y la alianza del trono con el altar. En nombre de Yahvé hablan contra la guerra, hasta se anuncia la esperanza de una paz de los pueblos impuesta por Yahvé: “no alzará la espada pueblo contra pueblo. No se adiestrarán para la guerra”. Sin embargo los profetas son ignorados y tratados como locos, perseguidos, detenidos y matados.

8.- La domesticación de lo profético en el judaísmo, el cristianismo y el Islam

El mensaje profético pasó de patrimonio a otras religiones. Por eso hoy perdura esa tradición en las tres grandes regiones abrahánicas, aunque de distinta manera. Estas religiones son proféticas en un sentido eminente. Sin embargo, en el judaísmo se llegó a subordinar a los profetas, a los maestros de la ley que se consideraron como súper profetas. De ese modo, los libros proféticos fueron considerados simples interpretaciones respecto a la Toráh. De ahí que se diga en el Talmud que las palabras de los ancianos son más importantes que las de los profetas. También en el cristianismo fueron considerados por mucho tiempo como simples precursores y heraldos de Jesús de Nazaret, pero también se usaba de estos libros para devaluar la Toráh. Asimismo, en le Islam, Adán, Abrahán, Moisés, David y Jesús son considerados como los grandes profetas de Alá. De todos ellos Mahoma es el sello de los profetas.

9.- De la separación de los dos reinos a su ocaso

El reino del Norte casi siempre estuvo en guerras con sus vecinos Pero uno de los imperios que estaba imponiéndose sobre los demás reinos era el imperio neoasirio que, con su política expansionista alcanzó la cima del poder bajo Tiglatpileser III (745-727). De ese mismo modo, los conflictos internos en Israel agravaron el problema, donde intervino Tiglatpileser, anexionándose Galilea y Galad, luego Aram y Damasco. Lo peor para el pueblo fue que deportaron a las clases dirigentes a Mesopotamia y sustituyó las autoridades por extranjeras. Esto significó el final del reino del Norte, Israel. Las diez tribus del Norte habían desaparecido. En Samaria se mezclan con extranjeros, por eso los rechazan los Yahvistas del reino de Judá, del reino del Sur.

El reino de Judá empezó a considerarse como heredero único del Estado davídico y de su ideología; además de la tradición religiosa y del culto. Sin embargo, si Judá estaba prevaleciendo era porque se habían declarado dependientes de los asirios, vasallos de Asiria. La consecuencia de esto era que en cualquier lugar, inclusive en el templo de Jerusalén se encontraban divinidades y cultos asirios. Luego en el 621, mientras se trabajaba por la renovación del templo descubrieron una forma del Deutero-nomio, de la segunda ley. Era un código escrito antes de las influencias de los profetas o de los sacerdotes. De ahí que el rey quien hizo que leyeran el mensaje de Moisés en el templo como signo de una nueva alianza. El culto sacrificial se concentra en Jerusalén y en el templo. Esto significa una reforma político religiosa, bajo el signo de la elección y de la alianza. Más tarde, cuando está tomando el protagonismo Egipto, que quería invadir a Mesopotamia, Josías al querer cerrar el paso es apresado y ejecutado por las tropas egipcias. El país cae bajo las manos del país egipcio, pero pronto se impondrá el imperio neobabilónico. El reino del Sur llega a su fin, casi siglo y medio después de la caída del reino del Norte. Pero Sedecías, al querer levantarse diez años más tarde, entre el 587/586, los neobabilónicos queman el templo de Salomón y también el Arca de la Alianza. La ciudad es reducida a cenizas. Así fue como terminaron los dos reinos, del Norte (Israel) y del Sur (Judá).

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