domingo, 19 de julio de 2009

Concepción buberiana del hombre

Hay que tener en cuenta que en esta reflexión, Buber considera el sentido de la soledad como elemento fundamental para una profunda reflexión antropológica. Pues es en la soledad donde el hombre se sorprende con su problematismo, es en la soledad que se descubre como problema. En consecuencia, es en el sentido solitario donde el hombre puede encontrar significado, valor y consistencia para su vida. Es ahí donde se descubre como misterio. Asimismo, para Buber, la soledad rigurosa es útil para plantearnos el problema del hombre, con esa radicalidad que Kant pedía. Es ahí donde cobramos experiencia con nosotros mismos, porque nos descubrimos y nos sentimos problema.

Pero en esta soledad el hombre debe sentirse intranquilo al descubrirse como problema. Debe descubrir que algo anida en él que le produce insatisfacción, melancolía e inquietud puesto que se descubre problema y que tal vez jamás llegue a comprenderse. En efecto, lo humano es un misterio para el hombre y por lo tanto una realidad enigmática. Sin embargo, sólo en ese cuestionamiento de sí mismo se descubre como persona, sólo ahí experimenta el problema del hombre en mí.

Ahora bien, una vez que Buber ha tratado de mostrarnos que el sentido profundo de una reflexión antropológico-filosófica está en la soledad; pasa a un segundo paso que lo desarrolla como sigue: "podemos distinguir en la historia del espíritu humano épocas en que el hombre tiene aposento y épocas en que está a la intemperie, sin hogar".[1]O también, cuando el hombre vive en el mundo como en su casa, o cuando el mundo es la intemperie.

Consiguientemente, Buber desarrolla las dos épocas. En la época de aposento dice que se ha visto que la pregunta por el hombre se plantea como parte de la totalidad, "el pensamiento antropológico se presenta como una parte del cosmológico"[2]. Pero en ese sentido dice Buber: "el hombre deja de ser problemático" (...) y no cobra conciencia de sí mismo como "yo" sino como "él". En consecuencia, si vemos el problema del hombre desde ese punto de vista, entonces el cuestionamiento por la función o por el fin del hombre está agotado y por lo tanto, el hombre ya no es lo que hace en sí mismo sino lo que es por la naturaleza. En ese sentido dice Buber: "el hombre es comprendido desde el mundo, pero el mundo no es comprendido desde el hombre"[3].

Si se trata de hacer antropología filosófica, el problema del hombre debe involucrarnos como un sí mismo, pues lo humano no es un concepto determinado sino un misterio que se cultiva por sí mismo. No se trata de desarrollar el concepto hombre sino palpar nuestro espíritu humano. Si el hombre ha sido tratado como otro, como un objeto; Buber quiere sumergirse en el problema del hombre como un "yo propio" y no como algo que parte de una totalidad. En efecto, si contemplamos la realidad, podemos ver que todo aparece como un reino de cosas captadas por nuestra vista como objetos. Si consideramos al hombre desde esa óptica entonces aparece como "una cosa más entre las del mundo, una especie, objetivamente captable, entre otras muchas y no ya un forastero (...) pues goza de aposento propio en la gran mansión del mundo"[4]. De ahí que podemos decir que Aristóteles cataloga al hombre como un ente más entre los entes y por lo tanto, estaría entorpeciendo el verdadero sentido de una antropología filosófica de carácter radical, tal como la entiende Buber en cuanto a la reflexión sobre el hombre en sí, en cuanto a la reflexión del hombre como un "yo" y no como una cosa más del universo.

Si bien es cierto que en la etapa de aposento, el hombre no es cuestionado como un "yo" sino como algo que forma parte de un todo, como una cosa entre las cosas; en el caso de la época de intemperie el hombre se involucra en el problema en tanto tal. La época de intemperie por tanto, implica la búsqueda de la soledad para poder interpelarme como hombre, para poder descubrirme como problema; como misterio y por lo tanto como signo indescifrable. Si antes era comprendido desde el mundo, ahora el hombre es tratado como un problema que involucra a quien lo plantea. Ahora "ya el hombre no es una cosa entre las demás, ni puede poseer un lugar en el mundo [sino que es a la vez] escenario y trofeo de la lucha"[5]consigo mismo. En ese sentido afrontamos el "yo" implícito en las preguntas de Kant, y afrontamos por tanto lo que el hombre es.

Ahora bien, para Buber, el primero que retoma el problema del hombre después de Aristóteles es San Agustín; pues dice: "en cada hombre se manifiesta el primer hombre, el que cayó, en cada uno se anuncia la problemática del ser en términos de vida"[6]. De ahí que se puede deducir que San Agustín asume el camino de la intemperie y se interpela con el salmista "¿Qué es el hombre que tú piensas ser? (...) Él busca al hombre, ese hombre que él califica de gran misterio"[7]. Si bien es cierto, el hombre aristotélico se asombra por el hombre, al verlo como parte de un todo; el hombre agustiniano se asombra también, pero al ver que el hombre no se puede comprender como parte de un todo; en consecuencia, el hombre agustiniano se sorprende porque descubre en el hombre una realidad enigmática, misteriosa y por tanto incomprensible.

Luego, después que Buber ha reflexionado en las épocas de aposento y de intemperie, podemos ver con Buber, que hoy en día el hombre se cree saberlo todo, y en ese sentido "no se siente todavía solo, no ha aprendido por lo tanto, a hacer la pregunta del solitario"[8] . Si vivimos de esa manera, estaremos todavía en la incapacidad de reflexionar de manera radical en lo que el hombre es. Por tanto, necesitamos aventurar en la soledad y en la intemperie, sentirnos sin morada, asumir el papel de transeúntes para poder involucrarnos en el problema humano. Además, el hombre, sólo aceptando la intemperie se capacita "para conocer cómo Dios se ama a sí mismo en él"[9].

Necesitamos reflexionar el problema humano desde la intemperie, sin respaldo alguno, porque de lo contrario jamás nos sentiremos conmovidos y jamás nos descubriremos como problema. Debemos pensar en un estado de desprotección, para que desde ahí podamos afrontar el problema del hombre en cuanto tal. En ese sentido, Buber diría que debemos poner en suspenso lo que hasta ahora hemos aprendido, porque de lo contrario la pregunta antropológico- filosófica jamás nos comprometerá existencialmente.

[1] BUBER Martin. ¿QUÉ ES EL HOMBRE? FONDO DE CULTURA ECONÓMICA. Pág. 24
[2] Ibíd. Pág. 25
[3] Ibíd.
[4] BUBER Martin. ¿QUÉ ES EL HOMBRE? FONDO DE CULTURA ECONÓMICA. Pág. 26
[5] Ibíd. Pág. 27
[6] Ibíd.
[7] Ibíd.
[8] Ibíd. Pág. 31
[9] BUBER Martin. ¿QUÉ ES EL HOMBRE? FONDO DE CULTURA ECONÓMICA. Pág. 37

No hay comentarios: