sábado, 13 de junio de 2009

Comentario a la CVR

Es doloroso recordar una historia trágica sobre el cataclismo que sucedió entre los años 1980 -2000 en nuestro país. Sin embargo, “el proceso era y es condición del ejercicio de la justicia” como escribió el profesor Gonzalo Gamio en uno de sus artículos publicados en el Dominical. Muchos creen que recordar lo sucedido es remover la herida que abrió la espada de la violencia, y hacerla sangrar nuevamente. De hecho, nadie quisiera volver a recordar aquello que les hizo tanto daño, sin embargo hay que reconocer que estás personas que sufrieron estas desdichas, no dejarán de sufrir mientras no vean que la justicia sancione a los protagonistas del terror causado. Los afectados no pueden sanar los corazones destrozados si antes no se les ha hecho Justicia. Debemos secar las lágrimas que atormentan la vida de estas personas, incluso el salmo dice refiriéndose al pueblo de Israel cuando estaba en una situación parecida a la nuestra: “[…] reúne a los exiliados de Israel, sana los corazones destrozados y venda sus heridas”[1]. Si los protagonistas de estos atroces actos alteraron el orden social de una manera tan cruel, no pueden seguir tranquilos como si nada hubiera pasado. Sólo con la justicia podemos ayudar a vendar las heridas y tranquilizar el sufrimiento de los afectados.

Lo peor de todo es que de las 69,280 personas víctimas de la violencia, el mayor porcentaje es de la zona rural, sobre todo campesinos; ¿por qué estas personas, sin culpa alguna tuvieron que ser victimas de terribles masacres y además ser usadas como medios para imponer una falsa y errónea ideología como la del Partido Comunista del Perú- Sendero Luminoso? Lo cierto es que hubo discriminación en el amplio sentido de la palabra, hasta el punto de ser considerados como animales como declaraba uno de los afectados en el reportaje editado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Pero de hecho, el objetivo de la CVR no es sólo compaginar los hechos catastróficos que vivió nuestro país por veinte años; sino motivar al estado, a la sociedad política y civil a la toma de conciencia y así se lleve a cabo un proceso de reconstrucción que favorezca de la mejor manera a los afectados.

Si bien es cierto que el informe de la CVR para muchos ha sido causa de controversias, sobre todo a nivel político y social, pero a pesar de esto la CVR ha tratado de hacer ver que los derechos del individuo en cuanto persona humana, no se cumplieron, antes bien fue todo lo contrario de lo que se proclamó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Lo peor de todo es, como afirma el profesor Gonzalo Gamio en su conferencia dictada en el instituto “Juan Landázuri Ricketts” en Junio del 2004, sobre ÉTICA, MEMORIA CRÍTICA Y CRISTIANISMO, citando a Salomón Lerner Febres, que “el Estado peruano y la mayoría de las instituciones sociales no cumplieron a cabalidad la misión de proteger a los ciudadanos ni de proponer políticas que pudiesen combatir la situación de la injusticia y la violencia que laceraba la sociedad. La CVR ha constatado - en palabras del Doctor Lerner – un “Doble escándalo”: el de la violencia y el de la indiferencia de la mayoría de los ciudadanos respecto al sufrimiento injusto de miles de compatriotas”.[2]

Fueron muchas las formas de injusticia que padecieron estos inocentes: pobres y analfabetos, y muchos los males que los aquejaron y aún los siguen aquejando; sin embargo para muchos de nosotros que no hemos sentido el enorme peso de la violencia, parece que no nos interesara; no sentimos el sufrimiento del otro, de nuestro compatriota; y hablando desde el punto de vista Cristiano no vemos el rostro de Cristo que está sufriendo en el pobre, en el inocente, no somos compasivos como el mismo Cristo lo dijo: “sean compasivos como el padre es compasivo con ustedes”. Y ya que he tocado el tema de Cristo, creo que no podemos leer esta realidad si no la familiarizamos con la experiencia de Jesús crucificado y masacrado sin tener culpa alguna. Si nos llamamos cristianos, debemos sentir el sufrimiento de nuestros hermanos, y no quedarnos con los brazos cruzados, sino luchar para que se haga justicia a favor de los inocentes, a favor de aquellos que desesperadamente lloran por sus heridas que no dejan de sangrar.

Y cómo afirma el Informe de la CVR no fueron sólo culpables aquellos vinculados con el PCP-SL y el MRTA, sino que también hay militares y policías responsables de estas victimas, sin dejar de homenajear por cierto a aquellos que fueron capaces de entregar hasta su propia vida por el bienestar de la ciudadanía. Lo cierto es que las fuerzas armadas, al igual que los movimientos terroristas también cometieron actos atroces con mucha gente inocente, y por encima de eso los han condenado a la cárcel, considerándolos como participantes activos del MRTA o del PCP-SL sin contar con pruebas que justifiquen la captura y el maltrato. Casos como estos fueron muy evidentes en una localidad de Piura, en el distrito de Sondorillo, provincia de Huancabamba, declarado “zona roja”. La gente de esta zona cuenta que los militares los golpeaban ferozmente para que digan que ellos están involucrados con los movimientos terroristas. Aparte de eso entraban a sus casas y les quitaban todo lo que podían sacar incluso sus animales; además, por encima de eso, los llevaban a la cárcel sin dar razones, simplemente considerados como terroristas, lo cual era totalmente falso. Muchas de estas víctimas han sido coordinadores de la zona, dirigentes zonales o catequistas. Muchos de ellos dicen que temían más al ejército que al Sendero Luminoso[3].

Si bien es cierto que la CVR ha catalogado cierto número de víctimas, que de hecho son la mayoría, pero creo que no ha considerado todo lo que sucedió en el Perú entero. Es verdad que hubo zonas más afectadas, pero eso no quiere decir que se deben obviar a los menos afectados, como sucede en esa localidad de Piura. Esa gente vivió graves momentos, incluso asesinatos de dirigentes delante de su propia familia, sin embargo ahora parece que nadie se acuerda de ellos. Asimismo, muchos de ellos aún continúan en la cárcel, pese a que son inocentes.

] Cf. Salmo 147, 2-3.
[2] Esta cita alude al “Discurso del Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación” Lima, 2003, Pág. 2.
[3] Presento esta información, porque son testimonios que me han manifestado muchas personas de la zona “Sondorillo”. Esa información la he obtenido gracias a una experiencia misionera que tuve en esa zona en el mes de enero del presente año.

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