sábado, 13 de junio de 2009

Editorial para el 2º número de la revista "Dejando huella"

“Sólo el amor divino, su voluntad, ha podido trascender la distancia infinita entre lo necesario e infinito de su esencia y lo finito y contingente de su creación; de la misma manera: sólo el amor, la voluntad humana, podrá trascender lo finito para llegar al Infinito y fruir en él como fin” (beato Juan Duns Escoto).

Sólo la voluntad de Dios y la nuestra (de quienes hemos trabajado y de quienes nos brindaron su apoyo) han hecho posible que esta revista llegue a sus manos. Si bien es cierto han pasado ya algunos meses desde que publicamos el primer número, hoy queremos llegar a ustedes con temas diferentes a la primera publicación, pero que revelan nuestro compromiso con la investigación y nuestra atención a todo lo que bajo el sol acontece.

Nuestro propósito al hacerles llegar esta revista no es para convencerlos de lo que nosotros pensamos, sentimos y opinamos. Nuestro propósito es que usted reflexione con nosotros sobre la realidad política, social, económica o eclesial que día a día se nos presenta. Pero sobre todo queremos confiar en Dios con ustedes, y con su ayuda y su poder, tener “la audacia de intervenir, de protestar cuando alguien dice algo despreciativo, malvado, destructivo” (Card. Martini). No en vano se nos ha dicho en el encuentro con el actual Papa, con ocasión del octavo Centenario, que después de 800 años el Señor aún nos sigue pidiendo que reconstruyamos su Iglesia “que amenaza ruina”. Somos ya bastante adultos en esta tarea encomendada por Dios; pero ¡qué nueva y joven es la exigencia que debemos asumir! Hoy, como en otros tiempos, tenemos la tarea de “transformar la tierra y, sobre todo, transformar el sufrimiento y las injusticias, a fin de que el mundo llegue a ser como Dios lo ha creado, como Dios lo quiere: lleno de amor, justo, bien cuidado” (Card. Martini).

Tal vez nuestras expresiones no sean tan elocuentes como esperan, pero nuestro objetivo, antes que la fina retórica y la belleza de palabras, es que ustedes acojan nuestro proyecto y se sientan parte de nuestro compromiso como franciscanos. Compromiso que exige una respuesta desde el conocimiento profundo de la situación actual, como en su tiempo lo hicieron algunos de nuestros hermanos, fieles compañeros de “El pobre de Asís”, en el seguimiento de Cristo. Entre ellos podemos mencionar a san Antonio de Padua, san Buenaventura, el beato Juan Duns Escoto, entre otros; los cuales, fieles al espíritu de Francisco, supieron conjugar el anuncio de la buena nueva a los pobres con la profundización de los misterios de la sagrada Teología y de la Filosofía.

Esperamos que la fe y la esperanza que nos unen, despierten siempre el amor que en nosotros aflora, para que de esa forma día a día podamos vivir plenamente el Evangelio que hemos profesado.

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